El terrible asesinato de Charlie Kirk el pasado 10 de septiembre en Utah tardó menos en generar titulares que en ser investigado y, como es habitual cuando el trumpismo quiere instalar una de sus pintorescas ideas en la sociedad, las conclusiones dictaron la investigación, y no al revés. No sorprende, en este sentido, la emotiva alocución del Gobernador de Utah que, con lágrimas en los ojos, imploraba al Dios ese en que los norteamericanos confían desde los propios billetes de un dólar que el asesino no fuera “uno de los suyos”, sino alguien de fuera. Pero el cruel Dios en el que they trust no concedió el deseo. El presunto asesino, Tyler Robinson, no era afroamericano, ni musulmán, ni latino. Era blanco, anglosajón y protestante. Era “uno de los nuestros”.
Y a pesar de ello, antes de que la Policía hubiera casi empezado el atestado, el presidente Trump ya había dictado sentencia: la izquierda mata, la izquierda crispa, la izquierda es culpable, y hay que darles una paliza. Ni un minuto de duda, ni un gramo de vergüenza, porque la verdad no importa.
Y, como suele ocurrir con las malas ideas, la importación a nuestra atribulada nación ha sido inmediata. Vox no ha perdido la ocasión de repetir el guion y en el PP no les andan a la zaga, convencidos unos y muchos de los otros, en su delirante competición por ver quién dice la insensatez más desproporcionada, de que han encontrado un atajo narrativo: si funciona en Arizona, ¿por qué no va a funcionar en Albacete? El discurso trumpista es un discurso tóxico que nos entra en España por la derecha y sin aranceles. Pero en Albacete saben leer
La verdad que a ellos no les importa, en este caso, es muy fácil de conocer, porque se expresa en números y los números, si no eres terraplanista o antivacunas, son tercos. Veinticinco años de registros muestran con una claridad tan incómoda como inapelable que la violencia política en Estados Unidos no sólo no nace en la izquierda, sino que ni siquiera reparte culpas a partes iguales. Tiene un sesgo abrumador, una firma reconocible y, por si alguien todavía se sorprende, una perspectiva de género muy marcada. Y es ahí donde el relato trumpista se revela como lo que es: un truco de mago malo.
Cifras que no encajan con el relato
Asumimos como asesinatos políticos aquellos relacionados con extremismo político doméstico excluyendo motivaciones personales o terrorismo internacional como el 11-S. Buscamos analizar la violencia entre norteamericanos, no la violencia ejercida por extranjeros contra ciudadanos norteamericanos. Con este criterio, entre el año 2000 y septiembre de 2025 se registraron en Estados Unidos en torno a 450 asesinatos con motivación política, racial o religiosa. Esto puede impresionar a primera vista, pero representa apenas una fracción ínfima (alrededor del 0,1%) de los homicidios totales en ese periodo, entre 430.000 y 550.000 según las fuentes que consultemos: FBI, ADL (Liga contra la Difamación), CISI (Centro de Estudios Estrategicos e Internacionales)… En cualquier caso, es una cifra que demuestra que Estados Unidos es una sociedad extremadamente violenta.
Pero dejemos de lado el 99,9 por ciento de los asesinatos cometidos en “la mejor y más antigua democracia del mundo”, y ocupémonos del 0,1 restante, más de cuatrocientos asesinatos que tienen una motivación política.
El número de personas asesinadas (unas 450) en 25 años solo por motivaciones políticas impresiona y estremece, pero no nos quedemos en la cifra absoluta y vayamos a la distribución: analicemos a los asesinos y sus orientaciones y motivaciones. Y ahí la aritmética, que es uno de los idiomas en los que se expresa la verdad, destroza el relato de la derecha. Según la ADL y el CSIS, en órdenes de magnitud, entre el 65 y el 70 por ciento de esos varios centenares de asesinatos fueron obra de extremistas de derecha: supremacistas blancos, neonazis, milicias anti-gobierno y conspiracionistas de toda laya. La izquierda extremista apenas alcanza entre un 10 y un 15 por ciento. El extremismo islamista doméstico —importante matiz este de doméstico sobre el que volveremos más adelante— ronda entre el 15 y el 20%. El resto son casos mixtos o sin perfil ideológico claro.
Conviene subrayar que las cifras pueden variar en función del archivo y del criterio de clasificación. ADL, CSIS o incluso el FBI no siempre cuentan lo mismo ni de la misma manera, de ahí que encontremos con rangos (65–70%, 10–15%…) en lugar de cifras cerradas. Pero este margen de error no altera la foto de conjunto: el patrón es claro y las conclusiones no dependen de la exactitud al decimal.
La derecha como protagonista casi exclusivo
Desde Charleston en 2015 hasta Buffalo en 2022, la secuencia no es un accidente aislado, sino parte de una constante que se prolonga durante veinticinco años, un cuarto de siglo, que se dice pronto. La lista de matanzas lo demuestra sin necesidad de adornos: la masacre de Charleston en 2015, con nueve feligreses afroamericanos asesinados por Dylann Roof, un supremacista blanco en cuya detención participaron miembros de su propia familia; el ataque a la sinagoga Tree of Life en Pittsburgh en 2018, que dejó once personas muertas a manos de Robert Bowers, un desequilibrado antisemita de extrema derecha, negacionista del Holocausto y convencido de que había en marcha un genocidio blanco; el tiroteo en El Paso en 2019, que dejó veintitrés personas asesinadas, la mayoría latinas, a manos de un supremacista blanco llamado Patrick Wood Crusius, o el asesinato de diez personas afroamericanas en un supermercado de Buffalo en 2022 a manos de un activista de extrema derecha que transmitió los asesinatos por Twitch, con una cámara que se acopló al casco militar calzado en su cabeza perturbada son algunos de los casos más representativos, que siempre tienen el mismo patrón: un hombre blanco radicalizado, un rifle semiautomático y un odio racial o religioso convertido en coartada política.
La izquierda también aparece en las crónicas, pero casi como nota a pie de página. Aaron Danielson, simpatizante de Patriot Prayer, fue asesinado en 2020 en Portland por un autodenominado antifascista. En 2025, un grupo antifa atacó en 2025 una instalación de ICE en Texas con resultado de heridos graves, incluyendo un policía alcanzado en el cuello. Son episodios graves, sin duda, y no menos execrables que los anteriores, pero tan minoritarios en la estadística que apenas alteran la gráfica.
La violencia no es políticamente simétrica: la balanza está claramente inclinada por la derecha. Fingir lo contrario no es un error inocente, es una sórdida manipulación deliberada, es ocultamiento de la verdad, es complicidad con los criminales. Es, en definitiva, tener las manos un poco manchadas de sangre.
La perspectiva de género: quién mata y quién muere
El patrón de género es abrumador: el 94% de los asesinos políticos en EE.UU. son hombres. Las víctimas, en cambio, están repartidas de forma más equilibrada: aproximadamente entre un 55 y un 60% son hombres y entre un 40 y un 45% mujeres (con alrededor de un 1% desconocido o no binario). Repito, para que se quede grabado: el 94% de los asesinos son hombres, el 40–45% de las víctimas, mujeres.
La lectura es inevitable: los mismos espacios virtuales donde se incuban el supremacismo y la xenofobia son también viveros de misoginia, porque muchos de los asesinatos cuyas víctimas son mujeres se han fraguado en siniestros foros incel o en los grupos antifeministas, en los que el odio a las mujeres se confunde en una tupida red con el resto de ideologías extremas.
Una aclaración metodológica necesaria: clasificamos a los incels y extremistas misóginos dentro de la extrema derecha porque comparten espacios, narrativas y redes con el supremacismo y el antifeminismo reaccionario. El islamismo radical, en cambio, se analiza por separado porque responde a una matriz religiosa distinta, con dinámicas propias y conexiones internacionales que no se solapan con el ecosistema de la ultraderecha occidental.
Aquí hay que hacer una aclaración: clasificamos a los incels y extremistas misóginos dentro de la extrema derecha porque comparten espacios, narrativas y redes con el supremacismo y el antifeminismo reaccionario. El islamismo radical, en cambio, se analiza por separado porque responde a una matriz religiosa distinta, con dinámicas propias y conexiones internacionales que no se solapan con el ecosistema de la ultraderecha occidental, aunque también sea ultraconservador.
Una aclaración metodológica necesaria: clasificamos a los incels y extremistas misóginos dentro de la extrema derecha porque comparten espacios, narrativas y redes con el supremacismo y el antifeminismo reaccionario. El islamismo radical, en cambio, se analiza por separado porque responde a una matriz religiosa distinta, con dinámicas propias y conexiones internacionales que no se solapan con el ecosistema de la ultraderecha occidental.
Algunos ejemplos de asesinatos y atentados de carácter antifeminista: Elliot Rodger (clasificado como extremista misógino) mató a seis personas e hirió a quince en Isla Vista, California, en 2014. Tres de las víctimas mortales eran mujeres, y el ataque fue motivado por su odio a las mujeres; George Sodini (clasificado como extremista misógino) asesinó a tres mujeres en Los Ángeles en 2009, también motivado por su resentimiento hacia las mujeres; Scott Beierle (clasificado como extremista misógino) mató a dos mujeres y dejó seis heridos en un gimnasio de yoga en Tallahassee, Florida, en 2018; Roy Den Hollander (clasificado como extremista misógino), un activista de “los derechos de los hombres” asesinó al hijo de la jueza Esther Salas – la primera mujer hispana que ha llegado a jueza magistrada de los Estados Unidos y jueza de distrito de los Estados Unidos en New Jersey- en 2020, o un hombre que planeaba masacrar mujeres en una universidad de Ohio y que fue detenido en 2021 y condenado por intento de crimen de odio, sin que se concretara la matanza.
Los especialistas han identificado los ataques misóginos como una manifestación de extremismo violento emergente, aunque algunos tiroteos afectan tanto a mujeres como a hombres, al ser motivados por celos o resentimiento contra ambos.
Una aclaración metodológica necesaria: clasificamos a los incels y extremistas misóginos dentro de la extrema derecha porque comparten espacios, narrativas y redes con el supremacismo y el antifeminismo reaccionario. El islamismo radical, en cambio, se analiza por separado porque responde a una matriz religiosa distinta, con dinámicas propias y conexiones internacionales que no se solapan con el ecosistema de la ultraderecha occidental.
Violencia contra la comunidad LGTBI+: restaurando la moral
Dentro de los asesinatos políticos en Estados Unidos, la violencia dirigida contra la comunidad LGTBI+ ocupa un lugar especialmente siniestro. No hablamos de todos los crímenes en los que la víctima resultaba ser gay, lesbiana o trans por casualidad (son muchos más), sino de aquellos en los que el motivo fue precisamente su identidad o su orientación sexual. Es decir: asesinatos ideológicos, impulsados por la homofobia, la transfobia o la obsesión religiosa y política por “defender la moral”.
No fue un hecho aislado. En 2019, en Carolina del Sur, Dime Doe, una mujer trans, fue asesinada únicamente por su identidad; el caso acabó con la primera condena federal en EE.UU. por un crimen de odio anti-trans. En 2021, en Georgia, Sophie Vasquez, también mujer trans, fue asesinada por un individuo que intentó justificar el crimen con la llamada “defensa del pánico trans”, finalmente rechazada por el tribunal. Y en 2024, en Alabama, la adolescente trans Cameron Thompson fue asesinada tras meses de acoso alimentado por discursos de odio que circulaban en redes sociales.
Una excepción compleja
El caso de Orlando 2016 merece mención aparte: Omar Mateen, ciudadano estadounidense nacido en Nueva York, asesinó a 49 personas en la discoteca Pulse. Aunque el Estado Islámico lo reivindicó, las motivaciones fueron híbridas —mezcla de homofobia internalizada, radicalización online y desequilibrios psicológicos—, y por eso diferentes organizaciones lo clasifican de forma distinta. En este análisis lo hemos excluido de la estadística central por considerarlo terrorismo internacional reivindicado por ISIS, pero su peso simbólico en la violencia contra la comunidad LGTBI+ es innegable.
En resumen: entre el 15 y el 25 por ciento de los asesinatos políticos de este cuarto de siglo en EEUU tuvieron como víctimas a personas LGTBI+. La mayoría a manos de extremistas de derecha convencidos de que asesinando a un gay, a una lesbiana o a una mujer trans estaban “defendiendo valores”. Y tenían razón: estaban defendiendo los (contra)valores de la intolerancia, del odio y del fanatismo. Contravalores que, a diferencia de las personas a las que matan, siguen vivos y bien organizados, en especial, desde que Donald Trump asumió por segunda vez la Presidencia de EEUU.
¿Y del genocidio blanco qué sabemos?
Los extremistas de derecha en Estados Unidos repiten hasta la saciedad dos fábulas: la del “genocidio blanco” y la de la “gran sustitución”. Según ellos, los blancos están en peligro de ser eliminados o sustituidos por minorías raciales y migrantes, con lo que cambiará la identidad misma de la nación, recordemos: blanca, anglosajona y protestante. Los nuestros. Es un mito de manual, pero uno que funciona como combustible para justificar la violencia. Y los números lo retratan: entre un 70 y un 80% de las víctimas de asesinatos políticos entre 2000 y 2025 pertenecían a minorías étnicas, frente a un 20–30% de blancos. Sorprendentemente, a la hora de practicar el crimen, la extrema derecha norteamericana sí es woke cuando asesina, porque lo hace con diversidad, aplicándose con todas las minorías.
El odio anti-negro es el más persistente, con gran tradición en EEUU. Entre el 30 y el 35% de los asesinatos políticos tuvieron como víctimas a afroamericanos, con episodios tan emblemáticos como la masacre de Charleston en 2015, donde un supremacista blanco asesinó a nueve feligreses en una iglesia, o la matanza de Buffalo en 2022, cuando un joven radicalizado transmitió en directo el asesinato de diez personas negras en un supermercado. Casos distintos, misma motivación: “defender a los blancos” eliminando a quienes consideran su amenaza identitaria. Los otros.
Los latinos constituyen el segundo grupo más atacado, con alrededor de un 20–25% de las víctimas. El caso más brutal fue el de El Paso en 2019, donde 23 personas fueron asesinadas en un supermercado por un supremacista que escribió un manifiesto contra la “invasión hispana”. Otros ataques en la frontera con México repiten el mismo patrón: criminalizar la inmigración hasta convertirla en blanco de fusiles.
El odio es muy previsible: los asiáticos, durante años apenas visibles en estas estadísticas, se convirtieron en objetivo prioritario tras la pandemia de COVID-19, cuando la retórica política sobre el “virus chino” desembocó en un aumento del 200% en incidentes de odio anti-asiáticos (no necesariamente letales). Entre 2020 y 2025, los ataques y crímenes de odio contra víctimas asiáticas se multiplicaron, sobre todo en California y Nueva York. Los nativos americanos también sufrieron episodios de violencia letal, ligados a conflictos territoriales como las protestas contra el oleoducto de Dakota en 2017.
Incluso los blancos aparecen en las estadísticas, aunque con un matiz importante: no suelen ser víctimas por su etnia, sino por su militancia. Heather Heyer, la activista asesinada en Charlottesville en 2017 por un neonazi que arremetió con su coche contra una manifestación antirracista, es el ejemplo más claro. También lo fue Aaron Danielson, asesinado en Portland en 2020 en un contexto de enfrentamientos políticos. Ser blanco no basta: para ser víctima hay que ser “traidor” a la causa que el extremista defiende.
En resumen, del “genocidio blanco” no sabemos nada, porque no existe. Lo que sí sabemos es que las minorías étnicas —afroamericanos, latinos, asiáticos, nativos— han cargado con el peso de la violencia política. Y esa violencia no golpea al azar: persigue a quienes, para los fanáticos, encarnan la prueba viviente de que Estados Unidos no es homogéneo. Es decir, a quienes demuestran que la diversidad no es una amenaza: es un hecho.
Antisemitismo y la islamofobia
El antisemitismo, casi siempre de extrema derecha, ha dejado entre 25 y 30 muertos en una decena de incidentes, con picos como Pittsburgh en 2018. Y aunque el número de víctimas mortales se redujo tras ese año, la ADL registró en 2024 un récord de más de 8.000 incidentes antisemitas, con un aumento de alrededor del 140%.
La violencia islamófoba ha causado unas 20-30 muertes, pero más de 10.000 crímenes de odio en total desde 2001. Picos tras el 11-S, en la campaña de Trump en 2016 y de nuevo en 2023-25, coincidiendo con la guerra en Oriente Medio.
El extremismo islamista doméstico
Aquí conviene aclarar por qué hablamos de violencia islamista doméstica. Lo hacemos porque estamos analizando la violencia política en EEUU a manos de ciudadanos o residentes en EEUU. Violencia entre estadounidenses. El 11-S no cuenta aquí porque no entra en esa categoría, sino que se trata de un atentado terrorista cometido por una organización extranjera. No es enfrentamiento civil entre ciudadanos y residentes norteamericanos, sino una agresión exterior.
Resumen de asesinatos políticos en Estados Unidos (2000-2025)
El balance de un cuarto de siglo no admite interpretaciones creativas: 7 de cada 10 asesinatos políticos llevan la firma de la extrema derecha. En este periodo también se registraron dos intentos de magnicidio contra Donald Trump: el primero, el 13 de julio de 2024, a manos de Thomas Matthew Crooks; y el segundo, el 15 de septiembre de 2024, por Ryan Wesley Routh. Ambos episodios, aunque no resultaron letales, forman parte del mismo patrón de violencia política extrema.
Origen de la violencia | Nº estimado de asesinatos (aprox.) | Porcentaje del total | Ejemplos emblemáticos |
---|---|---|---|
Extrema derecha | ~300 | 65-70% | Charleston 2015 (9), Pittsburgh 2018 (11), El Paso 2019 (23), Buffalo 2022 (10) |
Extrema izquierda | ~50–70 | 10-15% | Portland 2020 (1), Alvarado 2025 (heridos graves) |
Islamismo doméstico | ~35–40 | 8–10% | Fort Hood 2009 (13), Boston 2013 (3), San Bernardino 2015 (14) |
Otros / mixtos | 20-45 | 5-10% | Loughner 2011, asesinatos híbridos |
TOTAL | ~450 | 100% | — |
España también tiene su espejo en el callejón del gato
Lo inquietante no es sólo lo que ocurre en Estados Unidos, sino cómo se traslada a España, convenientemente reflejado en los espejos deformantes del Callejón del gato. Vox lleva años importando sin complejos el discurso trumpista de la izquierda violenta, y en el PP cada vez hay más voces que lo repiten como si fuese verdad revelada. Se trata de copiar el marco narrativo del trumpismo, aunque los datos lo contradigan, porque como todo el mundo sabe, para quienes no dudan en sembrar las dudas sobre las vacunas o dan credibilidad a todo tipo de conspiraciones y bulos, la verdad no importa.
Pero importa, porque el riesgo es importante: convertir la política española en una triste caricatura de la estadounidense, con enemigos internos inventados y crispación como estrategia electoral. Importamos series de Netflix, hamburguesas XXL y ahora también mentiras empaquetadas en cómodos kits de usar y tirar. Y sin aranceles.
En España los datos son más modestos, pero el patrón es inquietantemente similar: la violencia política no es simétrica, y casi siempre golpea a los mismos colectivos. Según el Ministerio del Interior, en 2024 se registraron 1.955 delitos e incidentes de odio, de los cuales 804 fueron por racismo o xenofobia y 528 por orientación sexual o identidad de género. Es decir: más de una cuarta parte de todos los casos tenían como blanco a personas LGTBI+. Los informes de FELGTBI+ añaden que las agresiones físicas o verbales contra este colectivo se duplicaron en un año, pasando del 7% al 16,3% de la población LGTBI+. No son cifras abstractas: en 2025 un banco LGTBI+ fue atacado en Lanzarote con una esvástica y la pintada “viva Vox”; en Gandia una exposición LGTBI+ apareció vandalizada con símbolos nazis e insultos homófobos; y en Navarra la Fiscalía investiga al alcalde de Valtierra por expresiones de odio contra migrantes. No hacen falta rifles de asalto ni titulares internacionales para ver cómo el mismo discurso tóxico produce violencia aquí y ahora. ¿Le permitiremos escalar?
Hablar de violencia política en España entre 2000 y 2025 sin mencionar a ETA sería un ejercicio de mala fe: la banda terrorista asesinó a más de 60 personas en la primera década del siglo, hasta su cese definitivo en 2011. Esa violencia fue letal, sistemática y dejó una herida que aún supura en nuestra memoria colectiva. Pero 2011 marca una ruptura en la tendencia. Desde entonces, la violencia etarra ha desaparecido, aunque permanecen ciertas expresiones del mundo abertzale que siguen generando dolor: los ongi etorri y homenajes públicos a etarras excarcelados, los cánticos de exaltación en manifestaciones o pintadas que glorifican la violencia. No matan, pero hieren: son formas de violencia simbólica que humillan a las víctimas y envenenan el clima social.
Conviene recordar que también hemos tenido episodios de violencia política letal fuera de ETA, aunque aislados: el asesinato de Carlos Palomino en 2007, apuñalado en el Metro de Madrid por un neonazi, sigue siendo el caso más brutal de violencia de ultraderecha en España en este siglo. Una excepción que confirma la regla: aquí la violencia política no ha alcanzado ni de lejos los niveles de Estados Unidos, pero existe, y cuando ocurre, mata.
El contraste es claro: el terrorismo armado de ETA quedó atrás y la violencia política en España es mucho menos letal. Nuestra sociedad es menos violenta, el acceso a armas de fuego está limitado y eso marca la diferencia. Pero el riesgo no es que copiemos la misma espiral de sangre, sino que adoptemos la misma espiral de mentiras. Vox lo hace sin complejos y en el PP cada vez son más los que recitan el guion trumpista como si fuese dogma. Y ahí está el verdadero peligro: que la política española se degrade hasta convertirse en una mala copia de la estadounidense, crispada, polarizada y tóxica.
Cierre de cuentas
Veinticinco años de datos no admiten discusión: la violencia política en Estados Unidos tiene una firma clara, la de la extrema derecha. Fingir lo contrario no es un error inocente, es una mentira deliberada. Y como toda mentira repetida, mata dos veces: primero a las víctimas, después a la verdad.
¿Y del “genocidio blanco” qué sabemos? Nada. Ni un dato lo respalda, ni una estadística lo confirma. Lo que sí sabemos es que, mientras los supremacistas fabulan con su extinción imaginaria, afroamericanos, latinos, asiáticos, nativos, mujeres y personas LGTBI+ siguen enterrando a sus muertos. Y esa es la paradoja obscena: inventarse un genocidio para justificar los asesinatos reales que uno mismo comete.
Los números son tercos.
NOTA FINAL: ¿De dónde proceden todos estos datos?
He trabajado a partir de informes del FBI, el CSIS y la ADL, recopilados mediante búsquedas abiertas y apoyándome en herramientas de inteligencia artificial para localizar, ordenar y clasificar la información. El articulo no está escrito por ninguna IA, pero sí las he usado como un “un motor de búsqueda asistido por IA”. No he pasado semanas en archivos físicos, pero tampoco me limité a titulares: todo lo que aquí se expone está respaldado por fuentes verificables. El resultado es claro: veinticinco años de registros desmienten la narrativa de la “izquierda violenta”.
MAS INFORMACIÓN
Para quien quiera visitar la trinchera de los datos: a continuación dejo las fuentes primarias y bases de datos usadas a lo largo del artículo. Aunque no es fuente primaria, también he añadido algunos artículos interesantes de la Wikipedia, que a su vez, tienen enlaces a fuentes primarias. Todos estos recursos están agrupados por temas (extremismo doméstico, antisemitismo, islamofobia, LGTBI+, análisis étnico, antifeminismo y cifras generales de homicidios). Algunas cubren varios ámbitos, pero las mantengo en el bloque donde son más relevantes.
1) Asesinatos políticos generales y extremismo doméstico
- https://www.adl.org/resources/report/murder-and-extremism-united-states-2024
- https://www.adl.org/resources/report/murder-and-extremism-united-states-2023
- https://www.adl.org/resources/report/murder-and-extremism-united-states-2022
- https://www.csis.org/analysis/escalating-terrorism-problem-united-states
- https://www.csis.org/analysis/rising-threat-anti-government-domestic-terrorism-what-data-tells-us
- https://www.csis.org/analysis/global-terrorism-threat-assessment-2025
- https://www.csis.org/analysis/pushed-extremes-domestic-terrorism-amid-polarization-and-protest
- https://www.csis.org/analysis/evolution-domestic-terrorism
- https://www.cato.org/policy-analysis/terrorism-immigration
- https://www.cato.org/publications/policy-analysis/terrorists-immigration-status-nationality-risk-analysis-1975-2017
- https://www.start.umd.edu/data-tools/GTD
- https://www.start.umd.edu/publication/introducing-global-terrorism-databasecrim
- https://en.wikipedia.org/wiki/List_of_antisemitic_incidents_in_the_United_States
- https://en.wikipedia.org/wiki/Category:Antisemitic_attacks_and_incidents_in_the_United_States
- https://en.wikipedia.org/wiki/Timeline_of_antisemitism_in_the_21st_century
2) Asesinatos motivados por antisemitismo
- https://www.adl.org/resources/report/murder-and-extremism-united-states-2024
- https://www.adl.org/resources/report/murder-and-extremism-united-states-2022
- https://www.fbi.gov/how-we-can-help-you/more-fbi-services-and-information/ucr/hate-crime
- https://www.justice.gov/hatecrimes/hate-crime-statistics
- https://www.justice.gov/crs/news/2023-hate-crime-statistics
3) Violencia por y contra musulmanes (islamofobia y extremismo islamista doméstico)
- https://www.cair.com/islamophobia_blog
- https://www.cair.com/press_releases/cairs-civil-rights-report-shows-islamophobia-complaints-at-all-time-high-viewpoint-discrimination-key-factor/
- https://www.cair.com/press_releases/new-cair-data-shows-anti-muslim-anti-palestinian-hate-remain-elevated-in-first-half-of-2024/
- https://islamophobia.org/civil-rights-reports/2024-civil-rights-report-fatal-the-resurgence-of-anti-muslim-hate/
- https://kurzman.unc.edu/muslim-american-terrorism/annual-report/
- https://sanford.duke.edu/story/new-report-muslim-american-terrorism-cases-remain-low-2019/
- https://scholars.duke.edu/individual/pub1294589
- https://www.fbi.gov/how-we-can-help-you/more-fbi-services-and-information/ucr/hate-crime
- https://www.justice.gov/hatecrimes/hate-crime-statistics
4) Violencia contra las mujeres
- https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/blog/historia/articulo/el-movimiento-incel-la-peligrosa-radicalizacion-digital-que-fomenta-el-odio-hacia-las-mujeres/
- https://www.internationaliststandpoint.org/la-misoginia-de-los-incels-de-internet-a-la-violencia-en-la-vida-real/
- https://ccpulse.org/2024/04/12/a-medida-que-aumenta-el-odio-a-las-mujeres-tambien-aumentan-los-asesinatos-en-masa/
- https://www.nbcnews.com/news/us-news/ohio-incel-plotted-kill-women-college-sentenced-6-years-prison-rcna141473
5) Violencia contra la comunidad LGTBI+ por motivaciones políticas
- https://www.hrc.org/resources/fatal-violence-against-the-transgender-and-gender-expansive-community-in-2024
- https://www.hrc.org/resources/an-epidemic-of-violence-fatal-violence-against-transgender-and-gender-non-conforming-people-in-the-united-states-in-2020
- https://www.adl.org/resources/report/murder-and-extremism-united-states-2024
- https://everytownresearch.org/report/anti-lgbtq-violence-in-america/
- https://glaad.org/reference/anti-trans-violence/
- https://www.fbi.gov/how-we-can-help-you/more-fbi-services-and-information/ucr/hate-crime
- https://www.justice.gov/hatecrimes/hate-crime-statistics
6) Análisis étnico de las víctimas (desgloses y tendencias)
- https://www.fbi.gov/how-we-can-help-you/more-fbi-services-and-information/ucr
- https://www.justice.gov/hatecrimes/hate-crime-statistics
- https://cde.ucr.cjis.gov/
- https://www.adl.org/resources/report/murder-and-extremism-united-states-2024
- https://www.csis.org/analysis/escalating-terrorism-problem-united-states
- https://www.splcenter.org/hatewatch
7) Homicidios totales y datos generales de crimen
- https://www.fbi.gov/how-we-can-help-you/more-fbi-services-and-information/ucr
- https://cde.ucr.cjis.gov/
- https://www.fbi.gov/news/press-releases/fbi-releases-2024-reported-crimes-in-the-nation-statistics
- https://ucr.fbi.gov/crime-in-the-u.s/2019/crime-in-the-u.s.-2019/topic-pages/expanded-homicide
8) Delitos de odio en España
- https://www.interior.gob.es/opencms/export/sites/default/.galleries/galeria-de-prensa/documentos-y-multimedia/balances-e-informes/2024/INFORME_Evolucion_delitos_de_odio_2024.pdf
- https://www.lamoncloa.gob.es/serviciosdeprensa/notasprensa/interior/paginas/2025/180725-informe-delitos-odio.aspx
- https://felgtbi.org/wp-content/uploads/2024/08/Informe-DDOO_24.pdf
- https://es.wikipedia.org/wiki/Asesinato_de_Carlos_Palomino
- https://www.elespanol.com/reportajes/20181116/asesino-neonazi-carlos-palomino-josue-derecho-alfareria/352744736_3.html
- https://elpais.com/espana/comunidad-valenciana/2025-05-20/no-a-la-degeneracion-del-pueblo-vandalizan-con-pintadas-nazis-una-exposicion-lgtbi-en-gandia.html
- https://cadenaser.com/canarias/2025/09/09/atacan-un-banco-lgtbi-en-lanzarote-con-una-esvastica-y-la-frase-viva-vox-ser-lanzarote
- https://cadenaser.com/navarra/2025/09/10/el-gobierno-de-navarra-deriva-a-la-fiscalia-las-declaraciones-del-alcalde-de-valtierra-por-presunto-delito-de-odio-radio-pamplona