Ya sabrán ustedes que hoy no es 25 de abril, y si no lo saben, se lo digo yo: hoy no es 25 de abril. Pero es que estoy viendo La Casa de Papel y resulta que el protagonista musical del quinto episodio de esta temporada es Grandola Vila Morena, y una cosa lleva a la otra, y no he podido evitar la reflexión. En Portugal, celebran su fiesta nacional como una victoria contra el fascismo. Todos, de derecha a izquierda, se identifican con un Portugal que se sublevó contra el fascismo. Por eso en Portugal no son posibles algunas cosas que pasan aquí.
En cambio, en España, lo más que podemos decir es que negociamos la democracia con el fascismo, en ese proceso político que no quiero condenar de raíz porque sería injusto, sobre todo con quienes lo hicieron desde abajo, que fue la transición. En España, el fascismo no ha sido erradicado de nuestro espectro político, y tiene su semillita en los partidos de la derecha porque la derecha española, a diferencia de la derecha portuguesa y del resto de la derecha europea no es antifascista, no se forjó luchando contra el fascismo.
De hecho , la derecha española, la derecha democrática española, considera que el antifascismo es uno de los rasgos de la extrema izquierda, y no entienden que sólo se es demócrata si se es antifascista. Por eso, aquí es muy difícil encontrar en España líderes como Ángela Merkel, por ejemplo, por eso el liberalismo español tiene a veces esos tintes joseantonianos que tenía el liberalismo de Albert Rivera. La cosa también tiene sus ventajas, claro, y aquí la extrema derecha, que sí existe en otros países europeos, no consigue disimular sus tics de clase, sigue liderada por marquesones y no consigue subirse al carro del populismo ultra europeo, y eso igual es lo que al final nos librará de ellos…
En fin, ni idea, pero estas cosas me quedé pensando anoche cuando terminé de ver el episodio 5, creo, de la quinta temporada de la casa de papel.