La porterita es una fresca, me parece a mí…

Los verdaderos padres de la democracia

13/06/2008

En los últimos años se ha impuesto una visión victoriapreguista de nuestra historia reciente: parece que lo que ha ocurrido en España en los últimos 33 años ha sido cosa de las seis o siete personas que dirigieron el proceso institucional de la transición. El Rey, Adolfo Suárez, Santiago Carrillo, Manuel Fraga y algunos otros son, desde este punto de vista, los padres de la democracia. Y así nos lo recuerdan constantemente desde la historiografía oficial cuando alguno de ellos se muere o enferma -que ya están los padres de la patria en edad de sufrir tan amargo trance- o cuando se celebra el aniversario de alguno de los hitos de la transición. Los dominicales de los periódicos, los coleccionables de los quioscos, los documentales de la uno, de la dos, de la tres, de la cuatro, de la cinco y de la seis nos hablan constantemente de esta transición institucionalizada y elitista protagonizada por quienes fueron gerifaltes de la dictadura y por quienes vivían en un cómodo exilio parisino o romano, con estancias veraniegas en la dacha de Crimea.

Se trata de un punto de vista extremadamente injusto de la transición que olvida a sus principales protagonistas, a aquellas personas que durante la dictadura, lucharon día a día por recuperar las libertades y la democracia que acababan de robarles. Durante los casi cuarenta años que transcurrieron entre el 1 de abril de 1939, fecha en que «las tropas nacionales alcanzaron sus últimos objetivos militares«, y el 6 de diciembre de 1978, día en que se aprobó la presente Constitución, muchas personas, que habían sido ciudadanos durante la República y que volvían a convertirse en súbditos tras la guerra resistieron a la tiranía y lucharon por recuperar la libertad, organizados, fundamentalmente, en el Partido Comunista de España.

Esas personas hipotecaron sus vidas, sus haciendas y su libertad -y en no pocas ocasiones perdieron las tres cosas- para intentar acabar con la terrible dictadura militar que empezaba a saquear España, y por devolver a su patria la libertad y la democracia. Unos fueron asesinados directamente, otros fueron fusilados tras juicios farsa, los hay que murieron agarrotados, y otros muchos sufrireron largas penas de cárcel. Por no hablar de los que tuvieron que salir de España porque aquí no se les permitía vivir, o de los que vivieron el exilio interior, sin poder ejercer sus profesiones, expulsados de la enseñanza, de la universidad, de la judicatura, del Ejército, de la Policíao de sus plazas de funcionarios, por haber permanecido leales a la democracia. Son las legiones de represaliados a los que la transición ha olvidado, a los que las actuales instituciones democráticas aún no han dicho «gracias», a los que nuestra democracia, que tanto les debe, trata con cicatería cuando la gobierna el PSOE, o con simple desprecio cuando quien gobierna es el PP, cuya dirigente Esperanza Aguirre se niega a recibir a los representantes de la Asociación de Ex-Presos y Represaliados Políticos Antifranquistas, que quieren pedirle que la sede de la Comunidad en la Puerta del Sol tenga una placa que conmemore que en ese mismo edificio muchos españoles que aún viven, sufrieron horribles torturas a manos de la policía de Franco.

Sin quitar a nadie el mérito que le corresponde, es necesario que la sociedad española y sus instituciones, reconozcan a estas personas que actuaron con una generosidad sin límites -porque la generosidad no tiene límites cuando se esta dispuesto a dar la vida, como ellos hicieron- que son ellos los verdaderos padres de la democracia. Por eso, este sábado va a tener lugar un homenaje popular a los ex-presos políticos y a los represaliados del franquismo. Primero, a la hora de comer, en la localidad madrileña de Rivas Vaciamadrid, donde se les ofrecerá una comida. Por la noche en un concierto que tendrá lugar en la plaza de toros de Vistalegre.

Se lo debemos, y lo que se debe, se tiene que pagar.