¿Pero quién leches es Eva?

¿Qué es (ahora) IU?

15/01/2005

En el estupendo foro de Debatalia, que les recomiendo vivamente a ustedes, alguien ha respondido a la pregunta que encabeza este artículo, diciendo que IU es «una jaula de grillos». Pues quizás tenga razón. En ocasiones parece que somo eso, precisamente. ¿Y por qué?. Pues por una razón bien sencilla: pecamos de lo que ha pecado siempre la izquierda en general, y especialmente la izquierda española: de la manía de estar permanentemente definiéndonos y acusándonos de todo tipo de perversiones los unos a los otros por no pertenecer a la misma «secta».

Desde mi punto de vista, en IU debíamos olvidarnos de lo que somos. Olvidarnos cada cual de si somos cristianos, comunistas, marxistas, socialistas, socialdemócratas, anarquistas, republicanos, federalistas, libertarios, trotskistas, alternativos o cualquier otra cosa que se nos ocurra y centrarnos en lo que nos une.

¿Qué es lo que nos une?. Pues desde mi punto de vista nos une mucho prácticamente a todos los que estamos en IU, independientemente de que nos identifiquemos con una u otra de las corrientes ideológicas que se pueden encontrar en ella, o incluso con ninguna. Nuestro problema es esa obsesión por aprovechar siempre las asambleas para definir objetivos estratégicos, cuando lo que deberíamos hacer es definir regularmente cuál es nuestro papel en la política actual.

Yo veo a Izquierda Unida como un espacio político en el que conviven, convivimos -hoy ciertamente mal- quienes compartimos una serie de objetivos a corto y medio plazo que enumeraré un poco más abajo. Y cuando hablamos de los objetivos a largo plazo, es decir, cuando nos definimos ideológicamente, dejamos de convivir. Quizás un día no los compartamos ya o, mejor aún, esos objetivos sean alcanzados. Entonces es posible que Izquierda Unida como tal, deje de tener sentido, pero ese día aún no ha llegado.

¿Qué objetivos son esos?. Sin ánimo de ser exhaustivo, es decir, dejándome probablemente muchos en el tintero, enumero a continuación los principales, de los que quizás deriven otros.

1.- Profundización de la democracia. La democracia no es hoy lo mismo que hace 30 años, ni dentro de 30 años será lo que es hoy. La sociedad cambia y la democracia debe cambiar con ella, adaptándose a las nuevas necesidades e inquietudes. Ahí están fenómenos que no estaban planteados hace unas décadas, como el matrimonio entre homosexuales, el debate sobre el derecho a morir dignamente, o la gestión de la inmigración. El republicanismo entendido como radicalismo democrático.

2.- Introducción de reformas en el sistema electoral que para que nuestras instituciones representen más fielmente la diversidad política de la sociedad española, evitando en lo posible la creación de grandes núcleos de poder político en torno a dos grandes partidos sobrerepresentados.

3.- La recuperación de lo que se ha perdido en materia de derechos sociales y económicos y la recuperación y el fortalecimiento del debilitado estado del bienestar. El mantenimiento de los servicios públicos esenciales en manos del estado, sin privatizaciones por la puerta de atrás, con las garantías de calidad suficiente y la recuperación de una fiscalidad verdaderamente progresiva para su financiación.

4.- El establecimiento de unas relaciones internacionales basadas en la paz, en la justicia, en la fraternidad y en los valores de la democracia.

5.- El verdadero europeísmo, es decir aquel que está dispuesto a construir un verdadero poder político democrático europeo, con instituciones emanadas de la soberanía popular y no de acuerdos internacionales, por democráticos que puedan llegar a ser estos tanto en su contenido como en su forma de elaboración.

6.- El federalismo solidario, es decir, la colaboración entre las diferentes comunidades autónomas que forman hoy España, desde la igualdad de derechos y deberes.

7.- Dado que, por el momento, nos encontramos en un sistema electoral que de hecho es bipartidista, ejercer de contrapeso, para evitar que el PSOE caiga en la tentación de pactar los grandes asuntos con la derecha con el pretexto de la estabilidad.

Probablemente tengamos muchos más objetivos comunes. Estos son los que se me han ocurrido según iba escribiendo. Y todos estos objetivos, y muchos otros nos unen, mientras que los debates estériles sobre fines últimos y sobre definiciones ideológicas y cromáticas nos separan.

Se me puede acusar de «tacticista», si es que esta palabra existe, y es posible que quien lo haga tenga razón. Sin embargo, creo que esta es la única forma en que Izquierda Unida puede evitar la situación permanente de provisionalidad y de lucha interna. Si asumimos que tenemos objetivos comunes -principalmente a corto y medio plazo- y que lo que nos separa es más ideológico que político y se refiere al largo plazo, nos resultaría mucho más fácil relacionarnos con una sociedad que no es precisamente revolucionaria y que concede apoyo y credibilidad a los partidos políticos, fundamentalmente, en función de la capacidad que tienen de influir en la toma de decisiones. Y de esa tenemos muy poca, a pesar de que el periodo de Llamazares nos ha convertido en una formación paradógica en este sentido, puesto que como dijo alguien, tenemos menos apoyo electoral que nunca, y más influencia en los gobiernos de la que jamás hayamos tenido.

Para terminar, quiero señalar algo que me parece que no es baladí. Esta forma de entender Izquierda Unida nos permitiría integrar las discrepancias sin dramatismo. Actualmente nuestras discrepancias son radicales y viscerales, porque son de familia, de partido, de secta, finalmente ideológicas. Si asumiéramos que las diferencias ideológicas están ahí, pero que no forman el principal eje del debate interno, sino que éste se debe articular en torno a la política, veríamos con mucha más naturalidad las diferencias de opinión en torno a temas concretos, como el Plan Ibarretxe, la Constitución Europea u otros.