El 20 de julio de 1936, un día antes de cumplir 27 años, mi abuelo pasó de ser un cerrajero militante de la CNT que se encontraba circunstancialmente en Lugo, a ser un delincuente retenido y juzgado por un delito de adhesión a la rebelión. A ojos del estado y de nuestra democracia, hoy, 75 años más tarde, sigue siendo un delincuente. Adhesión a la rebelión es el delito que escogieron quienes se rebelaron contra la democracia legalmente constituida para acusar a quienes la defendieron, y ese es el delito que aparece en las dos sentencias que recayeron sobre él, y a las que hemos podido tener acceso tras no pocas vueltas y averiguaciones.
Lean la historia completa en el Blog de doña Tania Sánchez.
Escuchen la canción que acompaña estas líneas, y pinchen aquí. Entenderán mejor la canción, y por qué a la fosa encontrada en la ladera de Ezkaba, bajo el Castillo de San Cristóbal -en el que estuvo secuestrado el abuelo de doña Tania, que, además, participó en la famosa fuga-, se le conoce como el «cementerio de las botellas».