Con Breznev, todo esto no hubiera pasado.

Bajemos de las nubes, que hay buitres

11/01/2024

Parece que tras el patético rifirrafe parlamentario de ayer se está poniendo el foco, al menos el de la izquierda, en las querellas entre Sumar y esos nuevos y no tan inesperados aliados que le han salido a PP y a Vox en su patriótica tarea de derribar al Gobierno, pero lo importante de la coyuntura política española no es eso, ni mucho menos. Eso es más bien una cortina de humo para ocultar la realidad de que el gobierno progresista, lamentablemente, no tiene una mayoría parlamentaria sólida, y probablemente ni líquida ni gaseosa…

Ayer se puso claramente en evidencia que no hay una mayoría progresista para sostener al Gobierno del PSOE y Sumar. La ilusión de la mayoría se materializó hace unas semanas por el acuerdo en torno a la Ley de Amnistía, una apuesta en mi opinión audaz y valiente, pero que carece de dos cosas: un mayor apoyo parlamentario que no tenga al gobierno permanentemente dependiente de Junts, pero, sobre todo, de un socio leal al otro lado, y Junts no lo es.

Yo estoy convencido de que si el Gobierno hubiera tenido algo más de comodidad parlamentaria, la ley de Amnistía hubiera derivado en una nueva situación política en la que el independentismo catalán -o al menos parte de él- hubiese vuelto a las vías políticas constitucionales, de que se habría podido hacer una reforma del Estatut y se habría podido ir a unas nuevas elecciones generales en las que los partidos del gobierno podrían haber presentado el balance de la reparación de todo lo que rompieron el PP y su superestructura política y judicial al echar atrás el Estatut del tripartito impugnando puntos que no les resultaron molestos en otra reformas estatutarias, como la valenciana o la andaluza.

Tras la “pacificación” de Cataluña, hubieran podido abordarse muchos otros problemas políticos que tiene España: la vertebración territorial (los problemas imaginarios de Cataluña son problemas reales en Extremadura, Andalucía, ambas castillas, Aragón…), la igualdad real de derechos y obligaciones de todos al margen de la comunidad en la que vivamos, el blindaje de los derechos sociales y de los servicios públicos, e incluso la democratización real de la sociedad española -no solo de sus sistema político- tratando de poner fin al frentismo y buscando puntos y proyectos comunes a todo el espectro político que no sean permanentemente enmendados por el gobierno de turno. Pero eso, sencillamente, no ha podido ser. Los españoles somos unos cegatos políticos y unos cortoplacistas. Todos. Los de derechas y los de izquierdas.

Ayer quedó claro que el Gobierno de Podemos y Sumar sólo cuenta con un apoyo real leal y en el que pueda confiar, que es Bildu, y que el resto, incluidos los cinco traidores que se han pasado a la bancada de PP y Vox -Sumar tendrá que revisar cómo hace sus listas electorales en el futuro-, o bien son sencillamente negociantes sinvergonzones, ventajistas y desleales, como Junts, o son apoyos muy frágiles y coyunturales para el Gobierno, porque no comparten nada políticamente con él, salvo quizás el miedo a Vox. Pero el miedo no es suficiente para mantener una mayoría parlamentaria sólida y, sobre todo, útil a la ciudadanía.

En esta situación parlamentaria, al PSOE y a Sumar sólo les espera desgaste. Cada sesión parlamentaria como la de ayer es un poco más de desgaste que van sumado, y debilidad política que acumulan para cuando tengan que presentarse a las elecciones. Ahora mismo, PSOE y Sumar tienen aún la capacidad de decidir en qué momento acaba la legislatura y cuándo se convocan elecciones. En pocos meses, probablemente no tengan ya esa capacidad y el fin de la legislatura les vendrá dado desde fuera.

Pues eso es lo que quería decirles hoy, y ya vuelvo a mi cueva…