Los que no tienen ideología tienen ideología

Carta a un votante de vox, sin respeto alguno

27/06/2023

–Tendrá que fusilar a media España.
Negó con la cabeza, sonrió y luego, mirándome fijamente, dijo: “He dicho cueste lo que cueste”.

Jay Allen, en su entrevista Franco en julio de 1936

Votante de Vox:

Es norma de urbanidad comunmente aceptada que una carta vaya encabezada por un “estimado”, “querido” o “respetado” algo. Vas a permitirme que, en este caso, no siga la antedicha costumbre. Y es así porque esta carta que te dirijo a ti, votante de Vox, que eres mi pariente, mi vecino, mi amigo (esto ya no, me temo), mi compañero de trabajo, esta carta es para decirte a ti, expresamente a ti, votante de Vox, no a los dirigentes del partido ni a ni a sus candidatos, no a los que salen en la tele, sino a ti, pariente, compañero, examigo, vecino, con quien comparto quizás una cena de navidad, reuniones semanales o el ascensor al ir o al volver del trabajo, que ni te estimo, ni te quiero, ni te respeto. De ahí que el encabezado no cumpla la norma. Necesariamente ha de ser así, y es mutuo, porque, aunque lo niegues, aunque le des mil vueltas para justificar lo execreable de tu voto, con tu voto me estás diciendo que sobro en el mundo, que soy prescindible, que me puedes tirar a la basura, que no importo.

Vox ha hecho una declaración de principios muy clara y que deja poco terreno a la interpretación. No podemos acusarles de hipocresía, porque sencillamente no la cometen. Han usado nada menos que la fachada de un edificio de seis pisos -qué atractivas parecen ser las fachadas últimamente como soporte para los mensajes que los indeseables quieren lanzar a la sociedad- para dejarnos claro a todos los españoles, es decir, a quienes en unas semanas tendremos que acudir a las urnas a elegir a nuestros representantes, qué es lo que piensan de media España, y qué destino nos quieren dar.

En esta ocasión no te puedes llevar a engaño porque no hay engaño alguno. No podrás decir luego “yo es que no pensaba que fuera a ser esto”; no puedes hacer interpretaciones de ningún tipo para justificar o explicar la lona, ni decir que es una forma de expresarse, o que se le calentó la boca a un candidato tan desavisado cómo flatulento. Vox ha dejado claro y patente, y en un soporte que se estudiará algún día en las facultades de Comunicación como un claro ejemplo de que el medio es el mensaje, que odia a media España, y que llama a la otra media a poner en práctica ese odio tirándonos a la basura. Eso es lo que dice expresamente la lona, en una imagen que vale más que mil palabras.

Tirarnos a la basura. Tirarme a la basura, pariente, examigo, compañero, vecino. Eso es lo que vas a hacer conmigo el 23 de julio, si votas Vox. Por eso me lo tomo por lo personal, porque es personal. El partido al que estás maquinando votar (y digo maquinar, porque lo que estás haciendo no es pensar un voto, sino maquinar una tropelía) ha cubierto un edificio de seis pisos con una lona en la que salgo yo, tu pariente, tu vecino, tu examigo, tu compañero de trabajo, y me están tirando a la basura. Te están pidiendo que emitas un voto que es en realidad un mensaje: sobro, no importo, soy prescindible. Me puedes tirar a la basura, porque la papelera, una de rejilla, es el lugar que me corresponde. Puedes prescindir de mí. Me odias.

Soy ecologista, cómo millones de españoles y españolas; soy feminista, cómo millones de españolas y españoles; soy marica, lesbiana, soy trans, cómo millones de españoles y españolas que os dan, te dan, mil vueltas en dignidad y decoro; no soy comunista, pero tengo derecho a serlo, como millones de españoles y españolas, y además, agradezco a los y las comunistas españolas su valor y su compromiso con nuestra democracia, esa que Vox quiere destruir y a la que tú piensas dar un buen martillazo el 23 de julio con tu voto culpable.  

No soy independentista, pero tengo derecho a serlo, como cientos de miles de ciudadanos y ciudadanas que sostienen esas ideas. Entiendo lo que es el movimiento okupa, que no tiene nada que ver con quitarle la casa a una señora cuando baja a por el pan, a pesar de que lo sabes y, de manera deshonesta, lo obvias. Me siento identificado con los objetivos que como especie se ha marcado la humanidad en su conjunto a través de la Agenda 2030 y las Naciones Unidas, como millones de españoles y españolas, como millones de europeos, como millones de ciudadanos y ciudadanas de todos los países del mundo.

Y repito constantemente lo de españoles y españolas porque somos españoles y españolas, más y mejores españoles y españolas que tú. Hasta los independentistas lo son. Esa pulsera con la bandera de España que luce la mano que nos tira a la basura es especialmente ofensiva, porque con ella no sólo nos estáis robando nuestro derecho a estar en el mundo, sino que nos negáis algo tan básico como ser españoles y españolas. ¡Basta ya!
Pero tú consideras que todo eso, todos esos valores, que no son sólo mis valores, sino que son los valores de nuestra cultura, que son los valores democráticos y europeos conquistados y compartidos con orgullo por la inmensa mayoría de la sociedad europea, me convierten en alguien prescindible, en alguien que sólo es basura. No digas que no te lo advertí: si votas Vox, estas votando para que no te vuelva a dirigir la palabra, porque si yo no importo, como dice esa lona en letras de un piso de altura, tú importas menos: no te estimo, no te quiero, no te respeto. Cómo soy mejor que tú, examigo, pariente, compañero, vecino, yo no te tiraré a la basura, no te haré desaparecer cómo quieres hacer tú conmigo y harías si pudieras, sin duda. Pero olvídate de mí en lo sucesivo, por favor.

No soy capaz de articular una despedida para esta carta que pueda expresar todo el desprecio que siento por ti, así que, si te parece, lo dejaremos en un hasta nunca.